Escuela Elemental Ángeles El Corcho
Por: Valeria M. Negrón Fontάn

La Escuela de El Corcho como le llaman fue construida para el 1911 por la necesidad de tener una escuela cerca de la comunidad de Ángeles ya que todas las escuelas que habían eran bastante lejos para llegar diariamente. Para aquel entonces sólo poseían carros las familias pudientes, por lo que esto fue razón suficiente para construirla. Ésta lleva el nombre de Escuela Elemental Ángeles El Corcho haciendo honor a la humilde comunidad de El Corcho que es un pequeño sector del barrio Ángeles en Utuado. Ya que era la escuela de la comunidad, sólo asistían a ella los niños y las niñas que vivían cerca o más bien en dicho sector. Actualmente asisten estudiantes de distintas partes de este barrio, pero el aula sigue siendo el mismo, un pequeño edificio con sólo seis salones de clases. Como dato curioso, en estos días una persona se puede tardar hasta treinta y cinco minutos en llegar desde el pueblo a este hermoso lugar, donde es posible encontrar personas muy humildes dispuestos a ayudar y muy serviciales. Por lo que no es difícil imaginar lo complicado que debió haber sido para estas personas el poder tener una educación.

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Como parte de mi trabajo de investigación entrevisté a Laura Pérez, quien fue estudiante de esta escuela para los años 1967-1972 y me cuenta sus memorias. Durante estos seis años el director fue el Sr. Samuel Pérez, quien se encargaba de llevar el control y la toma de decisiones de la escuela. La escuela constaba de siete maestros para todas las materias con seis salones y los maestros rotaban a la hora que tocaba el timbre para ir a la siguiente clase. La escuela tenía desde el principio seis salones, uno para cada grado y luego construyeron a un lado un pequeño salón donde hicieron un head start y un pre- kínder. A la hora de comer o del recreo los estudiantes eran enviados al comedor, formando una fila. Entraban por grupos. Era un lugar bastante espacioso con sillas y mesas de madera. Las comidas eran criollas, tales como arroz, habichuelas, pollo, papas, etc. La leche era en grano y la comida era gratis. Luego de comer era la hora del recreo donde jugaban canicas, a la cuica, el yoyo, chavito a la pared, la chata, chico paralizado y también deportes.

Frente a la escuela había una tiendita en madera de doña Rosa y don Bruno, sólo tenían oportunidad para ir a la tiendita a la hora del recreo y la de salida. Ocurrían muchas maldades entre los estudiantes y hasta tragedias como lo fue una mañana que encontraron a el maestro Capetillo ahorcado en el palo de mangó de la escuela, y todos los estudiantes presenciaron el hallazgo. Cuando de libros y materiales se trataba, la maestra proveía todo lo necesario para dar la clase. La entrevistada me narra que no tubo graduación y que sólo buscaban el diploma durante los siguientes días. También me contó que para hacer los uniformes se compraba la tela en un telar y su mamá se los cosía. De paso tuvo la confianza de contarme que en una de esas veces donde su hermana mayor le buscaba las telas fue desaparecida y desde ese día no la ven, y que con mucho respeto y tristeza lo narra. Para el calzado, utilizaba los zapatos usados por segunda mano de sus hermanas mayores. Realmente son maravillosas historias para contar.

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